¿Qué es Colaborar? A priori es una pregunta que se podría responder rápido. Quizás lo más común es decir que varias personas se unen para un fin común. Y estaríamos en lo cierto, sin embargo, la amplia ramificación de matices que se puede llegar a crear dependiendo de la Realidad de cada uno de los que forman el equipo de colaboración puede hacer que se consiga dicho fin o acabe por venirse abajo todo.

Por otra parte, también es común confundir Colaboración con Cooperación. Si consultamos la RAE para ver la definición de cada palabra, encontramos lo siguiente:

Colaborar:

1. intr. Trabajar con otra u otras personas en la realización de una obra.

Cooperar:

1. intr. Obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin.

Viendo estas dos acepciones, puede ser complicado llegar a una conclusión con respecto a la diferencia entre una palabra u otra, incluso si nos vamos a su raíz etimológica, vemos que ambas palabras tienen significados tremendamente parecidos, pues ambas hacen referencia al trabajo y están precedidas por el prefijo con- (unión).

Quizás es más en la sociedad moderna donde poco a poco se le ha ido dando un matiz distinto, utilizándose la palabra “colaborar” para aquellas personas que trabajan en un mismo fin con una responsabilidad igualitaria, donde cada persona es responsable de sí misma y de los objetivos comunes.

En cambio, “cooperar” se enfoca más en un trabajo individual, pero realizando acciones conjuntas dentro de una estructura jerarquizada para lograr un fin común o compartido al menos en ciertas acciones.

Ambas formas tienen sus pros y sus contras, no obstante, quizás el problema principal y más grave puede radicar en la confusión por parte de los integrantes del concepto que se tiene de lo que significa para cada uno de nosotros. Y es aquí donde puede peligrar la estructura del equipo (y el equipo en sí).

Puede llegar a ser una tarea ardua y complicada llegar a colaborar en equipo si éste no se ha creado con integrantes que hayan compartido experiencias comunes y tengan una visión similar de lo que es la colaboración para ellos (es decir, tengan una Realidad compartida), ya que un nuevo integrante debe entender que la colaboración implica un compromiso igualitario para todos los miembros pero, sobre todo, tiene que compartir su visión (su Realidad).

Realizar una Colaboración sin tener una Realidad común, conlleva querer realizar una Colaboración con una Empatía muy débil. Y sin Empatía, difícilmente funcionarán las acciones como equipo. Siempre se puede reforzar la Empatía a través de un diálogo sano y constructivo, pero sin una Realidad común, al final no se logrará la Empatía necesaria por ninguna de las partes.

La cooperación a priori no contaría con los hándicaps que conllevan la colaboración al no ser tan necesario tener una fuerte empatía y una realidad común, pudiendo cooperar con personas o empresas de forma puntual o paralela a tu objetivo principal (por así decirlo, en cierta forma se opta por estar “juntos pero no revueltos”). Por otra parte, agarrarse demasiado al concepto de cooperación puede hacer que miembros del equipo se relajen en exceso al entender que la responsabilidad recae más sobre unas personas que sobre otras.

A modo de reflexión personal, siempre es una buena opción no ser de extremos, ser flexibles aunque con una estrategia clara y bien definida y tomar lo mejor de ambas acepciones: realizar la Colaboración con aquellas personas con las que tienes una Realidad solida y común y la Cooperación con aquellos con los que puedes compartir ciertos objetivos comunes.

Por último, Colaboremos o Cooperemos, tengamos siempre presente el por qué hacemos lo que hacemos. Lo principal es DISFRUTAR con ello, TRANSMITIR y COMPARTIR nuestra motivación (algo que llegamos a hacer aunque ni siquiera nos lo marquemos como objetivo) y APRENDER de cada situación pues, al final, esto es lo único que depende única y exclusivamente de nosotros mismos.