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El reconocimiento de mi entorno
- 21 julio, 2020
- Posted by: CoachingPOP
- Category: Reflexiones de confrontación
Sentimos que para vivir hay que dejarse llevar por lo que nos hace sentir bien, tener la aprobación y arropamiento de los demás en nuestra vida para sentir que vamos por el buen camino. ¿Pero realmente sentir ese orgullo te hace sentirte bien contigo mismo? ¿Te esfuerzas por conseguir que se sientan orgullosos de ti para poder sentirte orgulloso de ti mismo?
Sentir orgullo es sinónimo de valía y reconocimiento en base a algo logrado o que se tiene, hace o se es. Y comúnmente se extiende al círculo cercano del individuo. De hecho, es muy común oír “Me siento orgulloso de mi familia, de mi hijo, de cómo soy”.
Es un modo de sentirse reconocido y validado por los demás, y en última instancia, por uno mismo. Pero, ¿qué aparece antes, el reconocimiento de los demás hacia mí o el mío propio?
El sistema de creencias asocia que sentir y tener el reconocimiento de los demás es sinónimo de que me quieren, me valoren, me respeten. Y es ahí donde se forja la necesidad de conseguir sentir el orgullo de los míos, para lo que pondré en acción una serie de metas y objetivos que me lleven a tener un reconocimiento y prestigio social que me diferencien del resto de personas, y así, destacar y tener éxito. Así es como surge la necesidad de sentirse superior, y no uno más. Porque sentiré que si no destaco, no tendré el reconocimiento de las personas cercanas y, por ende, no se sentirán orgullosos de mí y no me querrán lo suficiente. Es luchar por buscar ser válido. Y aplicaré el mismo sistema a los demás para hacerles ver que me importan.
En el momento que el sentimiento de valoración es una comparativa con los demás de forma persistente, acaba transformándose en soberbia, un sentimiento de valoración (de lo que reconozco) que está por encima de los demás y de la norma, y al aplicarlo, menosprecio e infravaloro al resto. Y si no consigo o pierdo lo que me daba el sentirme orgulloso (o que lo sientan de mí), aparece el sentirse falto de algo (carencia) y menospreciado, por el simple hecho de no destacar del resto. Es sentirse “herido en el orgullo”, que en primer lugar expreso de forma hostil para luego tocar fondo.
Es ahí donde entra en juego lo que realmente crea y forja el orgullo y sentimiento de prestigio: el menosprecio y carencias en las que pongo el foco en mí.
Y así he creado mi sistema de creencias, basado en que para tener la aceptación y cariño de los demás, necesito llegar al “éxito” de destacar, de ser distinto, de demostrar que valgo, porque si no, habré fracasado. Porque en mi sistema de creencias prima el creer que en mi pasado he fracasado y que, si quiero evitar volver a hacerlo, tengo que esforzarme por ser quién debo ser para que me aprueben y reconozcan mi valía.
Sin darme cuenta de que es la lucha eterna de querer dejar de sentirme menos válido. Demostrar mi valía externa será la esclavitud de mi sistema de creencias que me limitan en mi expresión de ser. Porque cada vez que lucho por ello, me estoy diciendo a mí mismo “necesito conseguir dejar de ser uno más, necesito ser alguien que los demás admiren”.
SUPLIR CARENCIAS Y MENOSPRECIOS: LA EXIGENCIA DE SER RECONOCIDO.
El orgullo del sistema de creencias.
La carencia es algo que surge de la comparativa con los demás, con el entorno, con unos ideales forjados en nuestro sistema de creencias… Nos comparamos para vigilar que estamos cumpliendo con nuestros objetivos para, de esta forma, desde nuestra inteligencia emocional y sistema de creencias, sentir que está llegando el reconocimiento necesario para, al menos, sentirnos igual que los demás, porque nos sentimos menos a causa de la carencia y menosprecio que percibimos en nuestra infancia.
Y sentirnos igual de válidos que los demás normalmente parte por tener que sentirnos superior, para así, aliviar nuestro menosprecio interno.
Para tratar de suplir dicha carencia y menosprecio, nos marcamos los siguientes objetivos y exigencias con el fin de:
- TENER +: Apropiándonos de méritos, éxitos, conocimientos y títulos externos para diferenciarnos del resto.
Exigiendo más atención/tiempo y dando nosotros a su vez más atención/tiempo a la causa, para de esta forma sentir que nos reconocen, valoran y atienden, pues nuestro sistema de creencias cree que a más atención y méritos, más reconocimiento y amor.
- HACER +: Esforzándonos a hacer aquello que me lleve al logro de conseguir lo que quiero.
Exigiendo más demostraciones y demostrando más. Es basar las relaciones en una autoexigencia constante que después volcamos externamente pues, como decíamos se convierte en una necesidad el demostrar reconocimiento y amor. Para nuestro sistema de creencias, desde esta perspectiva, sin demostración no hay amor/valor.
- SER + ESPECIAL: Expresando facetas inusuales que me hagan sentir diferente del resto y llame la atención de los demás.
Exigiendo ser único, un modelo a seguir que nos dé una atención, valor y reconocimiento por encima de los demás. Si no se da, surgirá la envidia, deseando tener lo que se les da a otros, y culpando a la persona con la que se tiene el lazo afectivo de que no nos lo da a nosotros. Y es que es aquí donde surje el origen de los celos, al surgir un sentimiento de posesión de los roles que nos diferencian y de nuestros seres queridos (que no amados), pues nos sentimos desprotegidos si no se da estas continuas demostraciones de afecto, nunca siendo suficiente las que se nos da (creándose la dependencia de ser reconocidos), necesitando cada vez más para no sentirnos inferiores.
Aplicar estas exigencias hará que también las apliquemos a los demás, pues juzgar sus “errores” y actos hará sentirme que soy mejor que ellos.
Por tanto, ser buena persona se basa en juzgar y localizar a los que considero que son malas personas, ya que si los demás son peores que yo, eso significa que soy más bueno, mejor. Es el “baremo del juzgador” que quiere tener argumentos para menospreciar a otros y así evitar que le menosprecien a él. Es sentirse orgulloso porque los demás están peor que yo. Porque ver el error y carencia ajena alivia mi sensación de error y carencia interna.
Reflexiona tranquilamente sobre qué opinión tienes de las personas que te rodean, y de ti en consecuencia. Es un primer paso a valorarte internamente sin necesidad de «llegar a ser» lo que los demás acepten.