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Érase una vez… el sufrimiento del Pasado
- 13 septiembre, 2016
- Posted by: CoachingPOP
- Category: Reflexiones de confrontación
ÉRASE UNA VEZ…
Erre volvió a su hogar tras la conversación con Oru. Seguía sin comprender la actitud de éste, no podía ACEPTAR su punto de vista, que le parecía arrogante, egoísta y desconsiderado. Erre, preocupado por la situación, tenía MIEDO de que volviera a ocurrir un desastre, ¿cómo no podía Oru ver la gravedad del asunto?
Abatido, Erre comenzó a recordar momentos de su pasado, cuando era un niño DESPREOCUPADO que vivía con alegría su día a día. “Era tan feliz.., ¿cuándo dejé de serlo?” –pensaba Erre–. Recuerda que su padre trabajaba en la antigua presa que abastecía de agua a toda la villa. Le gustaba ir con él a visitar aquel enorme dique, subirse hasta lo más alto y contemplar el pueblo desde allí. El pequeño Erre, ante la impresionante visión del gran embalse que retenía las aguas de la presa, le hizo una pregunta a su admirado padre:
– Padre, ¿es posible que la presa pueda romperse?
A lo que su padre, que había participado en su construcción, le respondió lleno de orgullo y entre risas:
– ¡Es irrompible, hijo! Tu padre la levanto con sus propias manos y la reforzó a conciencia.
– Pero he oído en la villa –prosiguió Erre– que el consejo de ancianos acordó hacer un muro de contención…
– Claro, claro, ya lo haremos –replicó entre risas–. ¡Tranquilo hijo mío! Confía en lo que te digo, ni un gigante podría derribar esta presa.
Un día, algún tiempo después, el pequeño Erre jugaba de manera despreocupada en una zona cercana a la presa. También, muy cerca del lugar, pastaba una gran manada de Ruks, pacíficos y enormes animales que se alimentaban de plantas y árboles. Se desplazaban a cuatro patas, contaban con tres poderosos cuernos en la cabeza y podían llegar a medir el doble que el habitante más alto de la villa.
De repente, ante la sorpresa de Erre, los Ruks comenzaron a correr despavoridos en dirección a la presa y adonde jugaba éste. Al ver la estampida, Erre corrió aterrorizado hacia el árbol más alto que encontró y consiguió ponerse a salvo. Desde lo alto, pudo ver cómo detrás de los Ruks venía una gran manada de Steners, terribles depredadores de dos patas capaces de correr a gran velocidad. Aunque no eran tan grandes como los Ruks, su velocidad y su capacidad para cazar en manada los hacía letales. Los Ruks, aterrorizados y acorralados, se lanzaron contra la presa. Cientos de cuernos chocaron contra ella hasta que, finalmente, abrieron una fisura. Aunque era pequeña en un primer momento, la enorme presión del agua hizo que se agrandase lo suficiente como para crear un gran torrente, arrastrando a todos los animales con su ímpetu.
Erre se encontraba a salvo en la cima del árbol, pero no podía bajar de allí, ya que la fuerte corriente lo arrastraría. Estaba terriblemente preocupado por su villa, ya que no sabía cómo avisarles del desastre que se avecinaba.
Desde el árbol llamó a gritos a su padre, que en ese momento se encontraba trabajando junto a otros compañeros en lo alto de la presa.
Pero su padre ya se había dado cuenta y había comenzado, junto a sus compañeros, con las reparaciones de la grieta.
La rapidez en la actuación de los trabajadores de la presa hizo que sólo se viese afectada por el torrente de agua una parte de la villa, y que no hubiese ningún herido. Sin embargo, el hogar de Erre, al encontrarse en las afueras, quedó destrozado.
Pensando acerca de esto, Erre se dio cuenta de que, ante la posibilidad de que se produjese un desastre, había RE-ESTIMULADO en el Presente un sufrimiento Pasado, sintiendo el mismo pánico que experimentó entonces. También comprendió que había visto reflejada la arrogancia de su padre en Oru y, por eso, reaccionó tan mal. Pero también llegó a entender que Oru no era igual que su padre ya que, al contrario que éste, él sí había hecho lo que estaba en su mano por OCUPARSE de la situación hasta donde le era posible.
Al comprender el origen de su sufrimiento, se dio cuenta de que se estaba preocupando inútilmente en lugar de disfrutar del Presente, como cuando era niño. Esto le proporcionó una renovada perspectiva de cuanto le rodeaba y lo inundó una fuerte sensación de tranquilidad y de paz.
Este es un ejemplo de cómo reproducimos en nuestro Presente aquello que percibimos con dolor en el Pasado, somatizándolo con un sufrimiento interno en nuestro Cuerpo.
<<Extraído del libro "Guía Confrontación: tú no eres TÚ", de la Escuela Motivacional -Coaching Pop, escrito por Daniel Piñero y Miguel Ángel Díaz>>