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Érase una vez… los distintos YO.
- 27 octubre, 2016
- Posted by: CoachingPOP
- Category: Reflexiones de confrontación
ÉRASE UNA VEZ…
Tras los últimos acontecimientos ocurridos en la villa, todo transcurría con relativa tranquilidad, aunque se percibía aún cierta tensión en algunos habitantes, que pensaban de forma similar a Erre y que aún sentían incomprensión ante las respuestas de Oru. No tenían conocimiento de la reflexión y COMPRENSIÓN a la que acababa de llegar Erre. Uno de ellos, Pelmi, fue a visitar a Erre para hacerle partícipe de que sus opiniones coincidían con respecto a la actitud de Oru:
– Hola Erre, vengo para que sepas que estoy contigo. Es una vergüenza la actitud de Oru, es un desconsiderado y un prepotente, le da igual lo que le ocurra a esta villa.
– Hola Pelmi. Sí, bueno, pero ¿sabes? He estado pensando que quizás nos hemos dejado llevar, puede que Oru tenga algo de razón.
– ¿¡Pero qué dices Erre!? ¿¡No me digas que te ha convencido y te has puesto de su parte!? Es indignante…
– No, no digo eso, pero a lo mejor hemos malinterpretado sus palabras…
– ¡No ha podido haber malinterpretación alguna! Tú lo has escuchado igual que yo, así que… ¡o estás conmigo o estás contra mí!
– No te enfades, ¿qué crees que deberíamos hacer?
– Considero la actitud de Oru una traición a esta villa, así que debemos presentar una queja ante el consejo de ancianos para que tenga su justo castigo.
– Bueno, vamos a comentárselo a ellos a ver qué opinan…
De este modo, Erre y Pelmi se dirigen al centro del pueblo, donde se encuentra un sencillo edificio hecho de madera y con el techo de tejas. Erre siempre ha pensado que, a pesar de su sencillez, el lugar transmite cierta tranquilidad y orden. Es el foro del consejo de ancianos. En esos momentos, se encuentran con uno de los ancianos más antiguos de la villa: Ero. A pesar de disponer del título de ‘anciano’ de la villa, guías que velan por la paz del lugar, su aspecto es cercano y no aparenta tener mucha más edad que Erre u Oru. Pelmi se dirige a él lleno de indignación:
– Ero, ¡vengo a que se declare a Oru traidor de la villa!
– Bueno, bueno, Pelmi. Cálmate y dime qué ha ocurrido.
– ¡No me pidas que me calme! ¡La actitud de Oru no se puede permitir! ¡Ha dicho que no piensa mover un dedo por esta villa! ¡Va en contra de nuestra comunidad!
– ¿Es eso cierto? Tengo entendido que es uno de los promotores y constructores del sistema de drenaje de agua.
– Sí, pero ha dicho que hasta ahí llega, que no le pidamos nada más. ¿A qué sí Erre?
– Bueno, más o menos –dice Erre–. Ha dicho que no ve necesario preocuparse más, que no podemos prever todo lo que va a ocurrir y que ya se han llevado a cabo las medidas oportunas para solventar el problema de las inundaciones.
– ¿Y es cierto o no? –pregunta Ero.
– A lo mejor para el problema de las inundaciones sí –contesta Pelmi–, pero ¿¡qué importa si eso es cierto!? ¡Su deber es preocuparse por la villa! ¡Nos está traicionando!
– Pelmi, ¿recuerdas cuál es el código principal de la villa? –pregunta Ero–. Anticipar el bien de la comunidad al individual. Pero anticipar el bien de la comunidad no necesariamente significa mostrar preocupación. Es más efectivo actuar en pro de la villa que quejarse y preocuparse de buscar culpables, ¿no crees? En este sentido, Oru ha mostrado su implicación diseñando el sistema de drenaje y construyéndolo. Lo siento, pero no veo motivo de traición.
– ¡Tu actitud es una vergüenza! –responde furioso Pelmi– ¡Eres igual que Oru, eres un arrogante! ¡Te da igual lo que le ocurra a la villa! ¡Personas como tú nos llevarán a la destrucción!
– Quizás sea arrogante, pero reflexiónalo: ¿por qué culpar a Oru por su actitud en lugar de valorar el gran trabajo que ha hecho por el bien de esta comunidad?
– ¡No estoy nada de acuerdo con lo que dices! ¡Y tú, Erre! ¿¡No piensas decir nada!?
– Creo que lo mejor es dejarlo estar, ¿no? Puede que tengas parte de razón, pero ¿qué conseguimos con esto? Venga, te invito a mi casa, amigo.
– ¡Menudo amigo eres tú! ¡Me has traicionado, te has puesto de su parte! ¡Me voy!
Tras la acalorada conversación, Pelmi vuelve a casa indignado y furioso, pensando que nadie lo comprende y que él es el único que se preocupa por la villa.
Erre, por su parte, se siente culpable y está frustrado. Cree que ha hecho lo que tenía que hacer: consultar, por si acaso, a los ancianos y apoyar a un amigo, pero su compañero no ha sabido verlo. “¿Qué he hecho mal?”, se pregunta.
Ero vuelve a sus quehaceres sin darle más vueltas al asunto, pues sabe que cada cual tiene que llegar a sus propias conclusiones. No se puede enseñar a los demás, el aprendizaje depende de uno mismo.
<<Extraído del libro "Guía Confrontación: tú no eres TÚ", de la Escuela Motivacional -Coaching Pop, escrito por Daniel Piñero y Miguel Ángel Díaz>>