El chico seguía sin contar con la experiencia necesaria y, si bien es cierto que durante una época las ventas acompañaban, el poco conocimiento en gestión de empresas hizo que realizara inversiones demasiado elevadas en la compra de nuevos títulos por los que tardaba mucho en conseguir un retorno de la inversión. Y las facturas comenzaron a acumularse…

Por aquella época conoció a Daniel (su compañero hasta la actualidad en toda su aventura), un chico con el que surgió una gran amistad y afinidad. Daniel era otro gran apasionado del manga, le encantaba dibujar y su sueño era poder llegar a dibujar un manga, dedicarse profesionalmente al dibujo. Aunque, realmente, cualquier acercamiento al mundo editorial y de los cómics era suficiente. Así que Miguel Ángel le propuso que trabajase junto a él en la librería.

Un día, Miguel Ángel le contó a Daniel el siguiente paso que quería dar: crear una Editorial. Daniel no podía creer lo que le estaba contando, era algo alucinante… ¿pero eso podía hacerse? ¿¿¿Cómo???

Se asociaron y llegó la Editorial MangaLine con un primer título deportivo que les sirvió de carta de presentación para que los chicos pudiesen reunirse como editores de manga ante las grandes casas de edición japonesa y le abriesen sus puertas de par en par.

Las cosas parecían irles bien a estos jóvenes empresarios de apenas 18 años. Consiguieron llegar a un acuerdo de impresión con un familiar que les daba plazos de pago y encontraron a un distribuidor de manga que quería implicarse de lleno con la joven editorial.

Así que se lanzaron sin pensárselo dos veces y le hicieron una oferta irrechazable a una de las empresas japonesas: realizar un pack de venta de 2 de sus títulos con una tirada de 10.000 ejemplares, algo impensable para el mercado español. Y además respetando al máximo la edición japonesa, algo que recibieron con los brazos abiertos los fans.