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El origen de la incomprensión: Los Almacenamientos Defectuosos (I)
- 17 febrero, 2016
- Posted by: CoachingPOP
- Category: Reflexiones de confrontación
¿Cómo se originan los estados de incomprensión y temor a nuestra mente y cómo gestionarlos?
Para llegar a la comprensión de esta incomprensión debemos retrotraernos a nuestro pasado ya que ahí se encuentra el origen de todos nuestros miedos actuales.
En un momento determinado se dio una situación en nuestras vidas que percibimos con incomprensión al tener nuestra mente en un estado de inconsciencia. De esa manera almacenamos dicha experiencia en nuestro inconsciente como algo peligroso. Esto es lo que llamamos Almacenamiento Defectuoso. Y cuando en nuestro presente se dan situaciones que identificamos como similares, aunque no lo sean, experimentamos el mismo sufrimiento que en aquella situación pasada.
La forma de ir “desactivando” estos almacenamientos defectuosos es indagar en ellos a través del diálogo interno para, de esta forma, llegar a comprender la experiencia. Si logramos llegar a un Entendimiento real del porqué de dicha experiencia, surgirá la Aceptación de la misma.
Pero para llegar al mencionado Entendimiento, tenemos que conseguir permanecer en un estado de observación de los pensamientos sin identificación, quitándoles toda la carga emotiva que puedan traer. Esto nos ayuda a focalizarnos en el origen y mensajes de estos. Es decir, debemos analizar conscientemente aquello que percibimos con dolor y somatizamos con sufrimiento, aquello que se aloja en nuestra mente inconsciente desde la desidentificación.
La mente forma parte del cuerpo. Por tanto y, de la misma forma, los pensamientos forman parte de la mente. Así que no se trata de que nos enfrentemos a la mente, sino de que la veamos y utilicemos como una herramienta que está a nuestra disposición para que lleguemos a la comprensión y entendimiento del pensamiento y el origen de nuestros miedos.
Todo pensamiento tiene un porqué, surge por algo, tiene mensajes de aquello que no hemos aceptado. Así que, se insiste, no debemos verlos como enemigos, sino como herramientas que se ponen a nuestra disposición para avanzar. Esto podemos trasladarlo tanto a nuestro día a día como a cualquier tipo de ejercicio de meditación o relajación.
El camino para el vacío mental y la paz interior no es el rechazo de los pensamientos, sino llegar a una compresión y entendimiento de ellos, lo que se consigue a través de la confrontación interna (diálogo interno Conciencia-Mente-Cuerpo).
Si llegamos a Aceptar nuestros procesos mentales sin enfrentarnos a ellos sabremos que estos forman parte de nuestro proceso de entendimiento y asimilación de la Conciencia.
El origen de todos los miedos
Para irnos al origen del miedo, primero debemos saber y reconocer qué es el miedo. Todos estamos familiarizados con la palabra y tenemos un concepto de lo que significa para nosotros, pero pocos son capaces de gestionarlo correctamente y lo que quizás es más importante, detectar su origen.
Generalizamos mucho con el significado del miedo, probablemente porque desde pequeños hemos asociado el miedo con esa imagen de terror o de monstruos, esa sensación de intranquilidad que nos hacía desear el contacto físico de nuestros seres queridos.
El miedo puede manifestarse en nuestro cuerpo con muchos síntomas: nerviosismo, preocupación, ansiedad, etc. De igual forma que cuando éramos pequeños sentíamos miedo, este sentimiento surgirá en ocasiones durante toda nuestra vida en mayor o menor medida. Dependerá de nosotros que sepamos gestionarlo y que no tengamos un concepto negativo del mismo, ya que forma parte de nuestro proceso de aprendizaje y conocimiento interior. Para lograrlo es fundamental saber cuál es su procedencia, aquello que lo ha originado en primera instancia.
El miedo siempre surge por un hecho del pasado, algo que hemos detectado como peligroso, fuese real o no dicho peligro. Es decir, está directamente relacionado con nuestros almacenamientos defectuosos. Aparece de una experiencia almacenada defectuosamente que tememos que vuelva a darse o que no se dé en el futuro. Así, entramos en un mundo de supuestos temiendo que algo pueda ocurrir o no, olvidándonos de vivir y experimentar nuestro Momento Presente, al estar nuestra Mente Inconsciente divagando en supuestos.
Es evidente que desconocemos el futuro, no lo hemos vivido, y sin embargo, con nuestro miedo proyectamos un sinfín de supuestos en base a ‘’eso’’ que tememos que se dé o no se dé y actuamos desde el inconsciente para evitarlo o bloqueándonos por el propio miedo a lo que pueda ocurrir.
Para somatizar el miedo no es necesario que hayamos experimentado un hecho en primera persona. Por ejemplo, si desde pequeños nos repiten reiteradamente que tengamos mucho cuidado con los gatos, que son peligrosos y muerden, es probable que esto nos genere un concepto sobre lo que para nosotros es un gato y vayamos creciendo con miedo a ellos porque pensamos que corremos peligro al tocarlos, aunque no nos hayamos acercado ni nos acerquemos nunca a ninguno.
En otras palabras, lo que nos genera el miedo es la experimentación en sí de un hecho que hemos interpretado como peligroso (lo sea o no) o aquello que nos han transmitido mientras nos encontrábamos en un estado de inconsciencia (sin estar en pleno uso de nuestros sentidos y facultades) y hemos conceptualizado desde la incomprensión del momento. Esto hace que, con frecuencia, no recordemos de dónde vino esa información o en qué momento se produjo y vivamos con miedo sin saber por qué.
Podemos decir que nuestros miedos son re-estimulaciones de hechos del pasado que no hemos llegado a aceptar al haberlos almacenado en nuestra mente desde la incomprensión. Puede ser que los re-estimulemos al percibir algo como similar o que vivamos en constante alerta de que algo se vuelva a dar o no. Hay veces que sabemos de dónde proceden y otras en que necesitamos indagar desde el diálogo interno para llegar al origen, pero siempre provienen de algo vivido en el pasado.
En ocasiones, aunque los sentimos y somatizamos con sufrimiento, no sabemos detectar su procedencia. Sucede, como hemos visto, que están almacenados y ni siquiera sabemos cuándo ni cómo se archivaron. En otras ocasiones, no seremos conscientes y actuaremos por inercia al sentirnos menos, y buscaremos sentirnos más, para así aliviar esa inseguridad, ese miedo que se produce al re-estimular inconscientemente el momento de incomprensión donde nos sentimos o hicieron sentir menos. Actuaremos según lo que creemos que debemos hacer para encontrarnos mejor.
Es por ello fundamental indagar en nuestros almacenamientos defectuosos para poder ser conscientes de su procedencia y de esta forma acceder a “desactivarlos”.
Cuando analicemos nuestros miedos puede ser una buena herramienta preguntarnos “¿Por qué me siento así?” para que, de esta forma, podamos indagar en hechos del pasado que nos hicieron sentir igual. Así podremos ir llegando hasta el origen.
Gracias a este diálogo interno, poco a poco nos iremos conociendo más y aceptándonos. El simple hecho de detectar nuestros miedos e identificarlos nos da la seguridad de saber qué nos pasa a cada momento, siendo este el primer paso para generar el cambio en nosotros.
Saber el origen de nuestra incomprensión y miedo y reconocer en qué medida nos afectan las situaciones o experiencias, hace que entremos en un proceso de comprensión y posterior aceptación de nosotros.
Recuerda: sin aceptación no hay “cambio”.
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